La algarabía de la mañana logró que abriese los ojos, no sé qué hora es, asomo mi cabeza por la ventana que creció junto a mi cama cuando el sueño me atacó, estiro un poco para recobrar los sentidos, bostezo y tomo la difícil pero importante decisión de no volver a la cama, froté mi cabeza intentando peinarme pero nunca lo consigo, y deja de importarme después de unos cuantos intentos, además la sombra no es el mejor espejo.
Algo más despierto me decido a desayunar, el periódico está en la mesa por alguna extraña razón y es el del día de hoy cosa que me resulta extraña pues mi familia no está en casa, y yo no he salido de esta habitación donde no cabe ni el hambre ni el frio, la mayor parte del tiempo ni siquiera hay espacio para mí, es ocre con algunos tintes de madera blanca.
Cojo el periódico, lo ojeo aunque en realidad nunca lo leo, una nota cae de entre sus hojas es un pequeño papel blanco, lo levanto del suelo y me dispongo a leer el mensaje que espero que diga quién pudo dejarme el periódico, pero para mi sorpresa el papel esta en blanco, a pesar de resultarme sumamente extraño, decido dejar el asunto tal y como esta.
Permanezco sentado un rato pensando que no hay nada más que tenga que hacer (aunque siendo sinceros nunca hago lo que debo), pero al cabo de unos minutos termino por levantarme de la mesa, abandonando el periódico y el vaso del yogur que devoré hace unos instantes, me dispongo a salir de mi pequeña morada cuando me doy cuenta que aun sigo vestido con la misma ropa de andar por casa, así que me dispongo a ducharme, salgo del mini baño que hay en casa, me dispongo a vestirme, cojo lo primero que pillo, unos vaqueros y una camiseta, mis fieles converse no se hacen esperar, a los que el día anterior prometí no dejarlos nunca, levanto la ropa sucia para meterla en el cesto donde acostumbro poner las prendas que ya he usado para luego lavarlas, aunque a pesar de tener un lugar designado lo más probable es encontrarla en el suelo, mi toalla mientras tanto cuelga del toallero a falta de un mejor lugar para secarla, el tendal es una buena opción pero la flojera y las ansias por salir son más grandes.
Ya algo menos sucio salgo de “mi casita”, son las 10 de la mañana y no hay nadie fuera, cosa que me extraña pues por lo general los camiones descargando, los coches, la gente, los gritos, etc. Abundan en la calle, raro pero disfruto esta mañana tan extraña, en ocasiones soy amante del silencio, empiezo a caminar aventurándome a mirar al cielo mientras avanzo, buscando figuras en las nubes que surcan el cielo, aunque para mi desilusión no hay más que azul allá arriba, miro hacia enfrente algo decepcionado, tarareo una canción de la cual no recuerdo su nombre, la gente me mira extrañada como siempre, pero no hago caso y continuo con mi caminar.
Al cabo de un rato me encuentro en una plazoleta, donde hay unos bancos que prácticamente me piden que les haga compañía, camino hacia el que tiene más sombra, más solitario, por lo tanto más cómodo, pero a unos cuantos pasos de llegar a mi destino una figura que no había visto nunca se abalanza y se desploma sobre el lugar elegido, debido a la velocidad de la escena me quedo atónito observando a la mujer que solloza de cansancio a escasos tres pasos de distancia, después de un pequeño momento nota mi presencia, me mira como si analizara la insípida figura de esta imitación de hombre, pero no articula palabra alguna solo gira su cabeza en otra dirección ignorando al inútil frente a ella, busco otro banco cercano pero todos están ocupados y, después de una pequeña disputa conmigo mismo decido sentarme en el banco que había elegido desde un principio, ella observa mi torpe caminar hasta el otro extremo, justo cuanto termino de acomodarme en la poca sombra que quedaba mi mirada la busca ella sonríe un poco, algo mas recuperada y continuó ignorándome.
La observo durante un largo rato no logro quitar mi mirada de ella, a decir verdad me ha cautivado desde que me quitó mi sitio, por alguna extraña razón he empezado a dudar, quiero hablarle, después de un largo rato ya decido dirigirle la palabra me doy cuenta que se fue, dejando el banco para mí solo, decepcionado miro al cielo que comienza a nublarse, entro en un Tutti Frutti para comprar algunos chicles, miro el reloj antes de irme, aun es temprano, el tiempo pinta para masticar, el camino es largo y un capitulo de el libro que intento escribir me espera, así que apresuro el paso hacia mi objetivo, salgo de la tienda y empieza a oler a humedad ha bajado la temperatura y las primeras gotas comienzan a pintar el pavimento de color oscuro, miro hacia arriba, dejando que las frías pero reconfortantes lagrimas del cielo mojen mi cara.
Trato de comprender que lo mejor es quedarme parado, sin embargo todo el tiempo camino, todo el tiempo hago como que avanzo esperando que los demás acepten que soy como ellos, pero sé que eso no es verdad, ninguno de los de afuera a vivido la soledad como la viví yo, no encajo, no quiero hacerlo pero quiero ser parte del mundo y la lluvia me lo recuerda, después de esa pequeña conversación con mi mente, me quede parado fuera del Tutti Frutti esperando una respuesta, necesitaba saber que proseguía en mi rutina, por primera vez en toda mi vida no sabía a dónde dirigirme, estaba perdido, así de simple y de sencillo me perdí, correr parecía la opción más evidente, huir de la lluvia que había mojado hasta mi memoria, empapando mi ropa, corro lo más rápido que puedo como si alguien fuera tras de mí, como si me persiguieran, corro con tanto miedo que mis pies tiemblan a cada zancada que doy, cuando por fin recobré los sentidos me ví a pocos metros de casa.
Exhausto, paré, respire violentamente por un largo rato, mi corazón daba tumbos como si fuera a romper mi pecho, el aire me falta y siento el sudor recorriendo mi frente, ya con la respiración más tranquila me reincorporo a mi camino, me duelen las piernas, levanto la vista dándome cuenta que estoy cerca del parque, dibujo una sonrisa en mi rostro, ahí voy a descansar, no he estrenado el nuevo árbol, es hora de presentarme…
Ya en el parque intento localizar el árbol que había invadido un espacio en el pequeño edén, pero no estaba, el árbol había desaparecido sin siquiera decirme adiós, mi mente comenzó a jugar conmigo, hablo con la voz seca, grave, terminó por convencerme de que el árbol nunca existió, que lo imagine y sabes… le creí.
Cruce la calle para llegar a casa. Abrí la puerta, algo temeroso aún, el periódico estaba sobre la mesa, el pedazo de papel blanco que había dentro de él hasta esta mañana también y el vasito del yogur seguía allí, cierro la puerta me desplomé frente a ella, escondiendo mi cabeza entre mis rodillas, abrazando mis piernas, comencé a llorar, como un loco, como un niño, sentía el frio correr de mis lagrimas sobre mi rostro, creí que al llegar a mi casa recobraría el sentido y me sentiría de nuevo sobre el camino, pero no fue así, al parecer algo había cambiado, el corazón me daba vuelcos, gritaba con furia enardecida, golpeando con violencia mi pecho, me levante con los ojos llenos de dolor, encendí el portátil, que siempre tenía el remedio perfecto para hacerme sentir bien e intente dar vida a mis manos pero no podía, no tenía razón alguna para hacerlo, quede petrificado, no lo entiendo, ¿donde me perdí?, me tire en la cama y lloré hasta que las lagrimas me vencieron, entonces me quede dormido.
Tuve un sueño muy extraño, estaba en una sala blanca había cuatro pilares frente a mí, caminé hacia el primero de izquierda a derecha, estaba tallado con figuras extrañas (a decir verdad todos estaban tallados con figuras sumamente extrañas) lo toque y sentí tranquilidad, algo en mi interior reaccionó cuando me acerque, giré la cabeza, la curiosidad me invadía y avancé, el siguiente pilar era un poco más bajo que el anterior y estaba diseñado de diferente manera, su figura era extraña, sin lugar a dudas amorfa, este irradiaba una luz tan apacible, tan sola, que me resulto agradable ser iluminado, los pilares siguientes eran muy parecidos entre sí, casi iguales, una sola cosa era lo único que los hacia diferentes y a diferencia de los dos anteriores estos tenían letras mayúsculas uno de ellos contenía una “G” mientras que el pilar siguiente la letra “M”, me sentí tan afín a estos dos últimos que creí que no me movería jamás de ese lugar, entonces mire hacia enfrente, al fondo de la sala había un pilar mucho más grande y grueso que los primeros cuatro, era sumamente hermoso, su tallado era totalmente diferente pero tampoco lo entendía y al acercarme sentí una sensación de calidez y de amor, me senté a su lado, enamorándome instantáneamente de la mezcla de sensaciones que generó en mi interior, en ese momento me di cuenta de que existía un sexto pilar, uno que se encontraba distante, el pilar era sumamente pequeño, pero irradiaba cierta luz que me daba tranquilidad, me sentía seguro a su lado pero las emociones que logro en mi no eran nada especial, quizás una luz cualquiera para mí, así que decidí regresar al pilar más grande y ahí me quede.
No se cuanto tiempo dormí, no sé qué día es hoy, mi portátil está apagado, el cielo plomizo y gris, no me siento capaz de moverme, ni siquiera parpadeo, temo que pueda dolerme, así permanezco, no sé cuánto tiempo, no sé qué hora es, así que no puedo asegurar cuanto tiempo pasé sin moverme aunque en realidad no me importa, después de algún tiempo me levanto, miro por la ventana… no vi nada solo mi reflejo en el cristal.
Me siento y espero a poder reaccionar de manera más normal, entré al baño me desnudé, en la ducha, abrí la llave del agua fría temiendo que el calor pudiera dañarme, apoyé mi cabeza en la pared y dejé que el agua recorriera mi espalda, como si ésta pudiera sanarme, me sentía roto.
Algunos minutos después, salí del baño completamente desnudo, empapado cogí la toalla, que no sé porqué, se encontraba doblada encima del cesto de la ropa sucia, no le dí importancia al cambio tan repentino de lugar, me sequé lento como para no herir mi dolorido ser, me puse una camiseta, unos vaqueros y mis converse, apenas cogí el móvil, las llaves, algo de dinero y nada más.
Solo quería salir de ahí, prácticamente corrí buscando libertad, ignorando todo lo que rodeaba el camino hacia la puerta.
Salí decidido a buscar la raíz de mi malestar camine en dirección a la plaza donde toda esta problemática comenzó.