Capítulo 2: Cuando se echa de menos
Las semanas transcurrían….y no era mucho el tiempo que ellos tenían para verse. Por las circunstancias familiares, personales y laborales de amos….pero la mensajería de texto, las llamadas, los acercaban cada noche. Juntos hablaban hasta que el sueño les vencía, se reían, se descubrían cada día un poquito más. Para él era la relación perfecta con la que llevaba soñando. Eso…que era más que amistad pero aún no era amor, aunque sí que había sentimientos, que en él crecían, y sin embargo…ella también decía sentir algo…pero al final, como leeréis después, un mal capítulo de esta historia, pudo hasta con los sentimientos de ella, si es que los tuvo…
El, entusiasmado, con verla, aunque sabía y entendía que no siempre le era posible. El trabajo cansa y desgasta y hay que tener la paciencia suficiente para conformarte con lo que la otra persona pueda darte en cada momento. El se conformaba, pero su carácter, su ímpetu, y el ser una persona que vivía las cosas con intensidad, llevó a ella a pensar que él se precipitaba, que la agobiaba….con cosas como no saber nada de ella un día entero, y enviarle un “te echo de menos”….ahí él comprobó que no a todo el mundo le gusta recibir ese tipo de muestras de añoranza, y cómo muchas veces, decir lo que se siente en cada momento, no siempre es lo correcto.
Realmente….el único tiempo que tuvo a solas con ella, fue la primera cita, ese cine, esa tarde tan bonita que aún recuerda con tanto cariño, un par de horas otro sábado….y nada más. Invita a pensar….las relaciones humanas, son como una flor, que aunque la riegues despacio, no hay que dejar de darle agua…si no, se muere.
Pasaron los días….Aquella noche de Jueves hablaron los dos. El le pidió disculpas si la hizo sentir agobiada, y la conversación fue la más bonita que recuerda. Ella le dijo que entre otras cosas, su estress podría ser debido a no verse, y que haría lo posible para quedar ese viernes, el sábado por la tarde….pero realmente nada de eso se produjo, aunque él ya entendía estos hechos, y aunque no estaba acostumbrado, poco a poco los iba llevando de la mejor manera. Daba igual cuando, como y donde…El sentía tanto cariño hacia ella que todo eso no importaba….Al menos, sabía que al día siguiente, el sábado por la noche, iban a verse. La noche prometía, con su amiga, el chico al que ella iba a conocer, y los dos juntos…todo parecía perfecto. Parecía…solamente.
Capítulo 3: Aquella noche fatal
La lluvia no cesaba de caer…en un portal, varias chicas, desconocidas para él, excepto dos, amigas de ella. Tras saludarlas, a los pocos minutos llegó ella. Saludó a todo el mundo menos a él, quien tuvo que decirle que también estaba ahí…Y fue en esos momentos cuando se dio cuenta de la noche que se presentaba, no iba a ser, ni por asomo, como él había imaginado.
Tras robarle un frío beso a ella, los tres montaron en el coche….y se pusieron rumbo a aquella ciudad costera donde su amiga, felízmente, iba a conocer a un chico que iba a hacer que su noche fuera diferente.
Al llegar, se fueron a un Bar donde permanecieron esperando, la lluvia no dejaba de caer, y el chico al que esperaban se retrasaba… hasta que por fin apareció. El chico, enseguida hizo buenas migas con él, siendo su aliado durante la noche, intentando arrancarle una sonrisa…pero el pensamiento de él era otro. Estaba pensando porque la chica que estaba conociendo lo trataba como un cero a la izquierda…¿Cómo pretendía ella que él estuviese esa noche, no estando acostumbrado a recibir tanto desprecio?
Una carta….no recibida, con un gesto del estilo “si no queda otro remedio”, no valorando que él había dedicado una tarde entera a escribirla, poniendo todo el sentimiento y todo el cariño posible en ello. A momentos de la noche, y en desesperados intentos porque la situación no se enfriase, y restablecer la chispa que siempre hubo, él se acercaba a ella, pero los rechazos fueron continuos. Darle la espalda, apartar su mano, alejarse…fue la respuesta de ella ante alguien que demandaba tan solo un poco de su cariño. Ahí se acabo la noche para él.
Tan solo recibió tres besos fugaces….y las mismas palabras, “no bailas”, “no hablas”….pero en ningún momento ella le preguntó algo tan sencillo como: ¿estás bien? O un…¿Qué te pasa?. Eso se llama interesarse por la otra persona, algo que él llevaba haciendo desde que la conoció. Ella no daba pie al acercamiento, a la conversación, dejando lugar solamente a las evasivas. El otro chico parecía entender perfectamente lo que a él le pasaba, y fue quien hizo que la noche no fuese negro oscuro, si no un poco más claro.
Y hablando de colores…. A él no le quedó otro remedio que cambiar el azúl de los bonitos ojos de ella, por el color del mar, sentado en aquel muelle, dejando que las lágrimas rosasen por sus mejillas, mirando al mar, que parecía ser su único refugio ante tanta incomprensión.
Esa noche….en la que el único motivo que le llevo a aguantar a él, como el luchador que es, fue poder hablar con ella de camino a casa, ya que vivían en pueblos cercanos. Pero al subir al coche….ella le puso punto y final.
Capítulo 4 – El final
A pesar de estar conociéndose poco a poco, a pesar de tener fallos los dos, de haber hecho un pacto de paciencia mutua…. Ella decidió romper con todo a la primera dificultad. No supo valorar los esfuerzos de él, por hacerla más felíz cada día, por desvivirse para que se sintiera como la Reina que él tenía en el corazón, y prefirió decir adiós. Se refugió en la soledad, como la aliada que puede pasar de amigo a enemigo…En una decisión más que respetable.
En un último y desesperado intento por no perderla, él le propuso un tiempo de reflexión, y le ofreció un cambio de actitud, para evitar la saturación sentimental, ir más despacio, que es lo mismo… pero sus esperanzas se desvanecieron cuando, tras despedirse, ella se bajó del coche. Cuando al querer decirle algo, y llamarla por la ventanilla….ni se dio la vuelta para mirar.
Los sentimientos son así…El se sintió vacío por intentar que la persona a la que quería con el tiempo, entregar su corazón y su vida, se llenase. Sin embargo, decidió esperar….y solo pudo cruzar los dedos porque ella recapacitase, le diese la oportunidad de volver a retomar aquello que tenían, volver a encender aquella llama que surgió entre ambos desde el primer día. El, decidido, esperó su llamada….esperó saber de ella. Sus sentimientos no cambian, y sigue viendo, pese a esa noche fatal, a esa chica dulce y sincera que conoció al principio. No puede sentir ilusión sin ella, tan solo puede esperar, mientras, se vacia su corazón en el mes de Abril…
FIN